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Algunos apuntes sobre Kansas City

David Ornelas

1.  Por ahora no puedo escribir en Kansas City. Solo puedo tomar nota de algunas cosas que veo y otras cosas que me pasan o que pasan cerca de mí.

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2.  El día que llegué a Kansas City vi un restaurante argentino que se llamaba La hora de los hornos, como aquel documental, monumental, de Pino Solanas. No es cierto, el restaurante se llama Los hornos, nada más. Igual dejé que la mente se entretuviera con la idea de un restaurantero de convicción revolucionaria.

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3.  Una noche, de mis primeras noches en Kansas City, me asustó una tormenta. Pasan las semanas y me sigo preguntando por qué sentí tanto miedo. Quizá porque cayó de noche y se arremolinó con un sueño intranquilo. Quizá porque no la vi venir y pensé que la siguiente me podría encontrar desprotegido. Quizá porque sentí que después del rayo la noche quedaría partida para siempre.

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4.  Al otro día, un día de sol picante, conté doce árboles desplomados por el ventarrón de la tormenta. Hay muchos árboles majestuosos en Kansas City. Como todos los árboles, estos de acá también contemplan con paciencia la terquedad humana. Días después, alguien escribió Fuck ICE con un marcador negro en el tocón de un árbol derribado. Qué terca la humanidad.

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5.  Viví algunas semanas en un barrio deprimente del sur de la ciudad, rodeado de tiendas de lujo y hoteles sin alma. Por ese barrio pasa un río que se afea porque le impusieron un cauce con césped y cemento. El césped, por cierto, es cosa seria en Kansas City, he visto aquí los más extensos y estúpidos de mi vida. En aquel mismo río, pero a la orilla de la ciudad, donde el cauce recupera parte de su belleza, una tarde vi un venado. Cada noche, antes de dormir, el venado me mira una sombra entre los ojos.

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6.  Ahora vivo en un barrio lleno de árboles y casas viejas. Cuando salgo a caminar pienso que nadie con mal corazón puede vivir en una de esas casas de madera. Son tan dulces que creo que pertenecen a un sueño. Luego un escalofrío febril me recuerda que yo soy el soñador. Al despertar del sueño, tengo una oración amarrada a la lengua: en la palma de una mano solo cabe un corazón.

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7.  Un día estaba desayunando un pan con mermelada y té negro y leí en las noticias que habían matado a un facho. No pasó en Kansas City, pasó en Utah. Se me revolvió la panza. No me dolió su muerte. Me duele la muerte. Me duele que algunas muertes, la de los niños de Colorado que murieron ese mismo día, también a balazos, por ejemplo, no les duelan nada a ciertas personas.

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8.  Uno de mis lugares favoritos de la ciudad es la biblioteca pública. Me gusta porque tiene dos cosas que necesita un lector hipertenso como yo: libros y una máquina para leer la presión sanguínea. Un día en la biblioteca vi a una muchacha dientona que llevaba un vestido amarillo y escribía una carta a mano. Me enternecieron sus garabatos indescifrables. Otro día vi a un señor gritando en el teléfono público de la biblioteca, rogándole a su madre que le prestara 250 dólares. Otro día vi a otro señor rasurándose en el baño de la biblioteca. Este señor tenía en la pierna derecha un grillete de libertad condicional. Cuando me acerqué a lavarme las manos, me miró por el espejo sin decir nada. Ese espejo es una extensión de mi alma. Esa mirada es una continuación de la mía.

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9.  En Westport, un barrio hípster de Kansas City, vi a una familia mexicana celebrando la apertura de una peluquería. En ese mismo barrio hay una calle que se llama Broadway, y en Broadway, un café que se llama Broadway también. Ahí sirven un espresso muy rico y por los mismos tres dólares te regalan un té helado. En ese café he visto a muchas personas trans hermosas y orgullosas y sin miedo. Me gusta dejarme contagiar cuando las veo.

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10.  Aquí en Kansas City nació Charlie Parker hace más de cien años. Me fui en bicicleta a mirar los lugares donde tocaba regularmente antes de mudarse a Nueva York. Dicen que en un BarBQ de ese barrio, el Jazz District, conoció a Dizzy Gillespie. Me gusta pensar que el bebop nació del encuentro de dos tipos virtuosos con los dedos manchados de salsa.

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11.  Quise ir a conocer algunos otros lugares relacionados con Charlie Parker: la casa donde nació, la escuela donde le dieron su primer sax, la casa donde vivió con su madre, las escaleras donde le propuso matrimonio a la novia con la que se casó a los 16. No he podido hacer nada de eso porque me he enfermado mucho en Kansas City. Quién no se ha enfermado últimamente si el mundo está enfermo.

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12.  Antes de enfermar, fui un par de veces al Downtown. Parece un buen lugar para curarse la angustia tomando un trago en el parque. Un día que las calles en el Dowtown estaban especialmente desiertas, vi a un chamaco de trece años enseñándole a una niña a fumar mariguana. Él tenía la cara sucia y unos ojos azules hermosos. Ella reía mucho y parecía muy ajena a nuestro desasosiego.

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13.  En el Dowtown de Kansas City ocurrió un milagro, un pequeño triunfo de lo poco que es bueno en esta vida: el edificio que albergó las oficinas de un banco durante casi cien años se convirtió en la sede central de la biblioteca pública. La bóveda donde se guardaba el dinero hoy es en una salita de cine para 28 personas.

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14.  He visto otras cosas hermosas en Kansas City: flores tiernas, cielos color melón, mariposas Monarca, solidaridad con el pueblo palestino, muchas ardillas, gusanos peludos, moscas que muerden, luciérnagas en el parque, conejos en las banquetas, tan quitados de la pena, y chicharras que vienen de otra galaxia.

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15.  Las chicharras se han ido muriendo conforme se acaba el verano.

acerca de la ilustradora
acerca del escritor
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Denisse Beltrán. Ilustradora, diseñadora gráfica y educadora de la Ciudad de México, actualmente reside en Kansas City, Misuri. Su trayectoria profesional está enfocada en la difusión cultural a través del cartel y la identidad gráfica, la cual se ha expandido hacia la ilustración infantil, la narrativa gráfica y la poesía visual. A Denisse le obsesiona lo pequeño y le gusta explorar las posibilidades y límites de las imágenes. La introspección, la nostalgia y lo cotidiano son temas constantes en su obra, así como el uso de elementos naturales como metáfora de lo humano. 

 

Ha colaborado y trabajado con instituciones como Cineteca Nacional México, Grupo Planeta y el Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM. Actualmente enseña arte y diseño en el Kansas City Art Institute y desde el 2019 creó Volvoreta junto a David Ornelas, donde exploran las posibilidades de la ilustración y la escritura.

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David Ornelas (México) Egresado del MFA en Escritura Creativa en Español de New York University. En 2024 publicó su primera novela titulada El lugar de la noche (Abismos). Antes había publicado narrativa y poesía en revistas y antologías de México, Estados Unidos y Argentina. También tiene un proyecto colaborativo con Denisse Beltrán que se llama Volvoreta, donde exploran la intersección entre poesía e ilustración.

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